UN ENCUENTRO CON...

JEABELLY

Abrázate a la caricia de la palabra para iluminar tu alma. Somos amor...

Walt Whitman

(1819-1892)

 


Surgirá un nuevo orden
y sus hombres serán 
los sacerdotes del hombre,
y cada hombre será 
su propio sacerdote.

 

 

 

 

 

 

LO QUE SOY DESPUÉS DE TODO

 

 

 

¿Qué soy, después de todo, más que un
niño complacido con el sonido
de mi propio nombre? Lo repito una y otra
vez,
Me aparto para oírlo -y jamás me canso de
escucharlo.

También para ti tu nombre:
¿Pensaste que en tu nombre no había otra
cosa que más de dos o tres inflexiones?

 

 

 

Yo canto para mí mismo

 

 

Yo canto para mí, una simple y aislada persona,

Sin embargo pronuncio la palabra democracia, la palabra

Masa.

 

Canto al organismo humano de pies a cabeza,

No son la fisonomía sola ni solo el cerebro los motivos

únicos de mi Musa,

 

Yo digo que la Forma completa es la digna,

Y canto a la mujer lo mismo que canto al Macho.

 

La Vida inmensa en pasión, pulso, poder,

La vida feliz, formada en la más libre acción,

bajo el imperio de las leyes divinas

Canto al hombre Moderno.

 

 

 

 

 

 

Y si después de tantas palabras...

 

 

CESAR VALLEJO

 

 

¡Y si después de tantas palabras,

no sobrevive la palabra!

¡Si después de las alas de los pájaros,

no sobrevive el pájaro parado!

¡Más valdría, en verdad,

que se lo coman todo y acabemos!

 

¡Haber nacido para vivir de nuestra muerte!

¡Levantarse del cielo hacia la tierra

por sus propios desastres

y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!

¡Más valdría, francamente,

que se lo coman todo y qué más da...!

 

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,

no ya de eternidad,

sino de esas cosas sencillas, como estar

en la casa o ponerse a cavilar!

¡Y si luego encontramos,

de buenas a primeras, que vivimos,

a juzgar por la altura de los astros,

por el peine y las manchas del pañuelo!

¡Más valdría, en verdad,

que se lo coman todo, desde luego!

 

Se dirá que tenemos

en uno de los ojos mucha pena

y también en el otro, mucha pena

y en los dos, cuando miran, mucha pena...

Entonces... ¡Claro!... Entonces... ¡ni palabra!

 

 

Eduardo Galeano